Cuando fui tomando conciencia de la magnitud de la
mentira que envolvía mi vida lloré desconsolada abrazándome al extraño que
tenía delante, aunque Gonzalo no
sospechara que es lo que él era para mí.
Las palabras en clave de Patricia durante nuestro encuentro cobraron sentido: aquello se refería al homicidio involuntario, pagar, a los cinco años que Cintia fue condenada por ellos sin ser la responsable directa, y aquel lugar, a la cárcel.
Gonzalo no rechazó mí contacto, al contrario, respondió rodeándome con sus brazos y permitiendo que me desahogara sobre su hombro. Recostada en su pecho hallé la calma y el amparo deseados. Luego me separé avergonzada. Estaba especialmente sensible.
-Lo siento.
Las palabras en clave de Patricia durante nuestro encuentro cobraron sentido: aquello se refería al homicidio involuntario, pagar, a los cinco años que Cintia fue condenada por ellos sin ser la responsable directa, y aquel lugar, a la cárcel.
Gonzalo no rechazó mí contacto, al contrario, respondió rodeándome con sus brazos y permitiendo que me desahogara sobre su hombro. Recostada en su pecho hallé la calma y el amparo deseados. Luego me separé avergonzada. Estaba especialmente sensible.
-Lo siento.
Desconozco si
Cintia se hubiera disculpado en semejantes circunstancias. En sus memorias quedaba
patente una evolución desde la superficialidad más absoluta hacia la empatía
más inhóspita, pero lo que me
quedó claro fue que Gonzalo es un hombre con una nobleza desmedida. Me consoló
dejando atrás un pasado doloroso.
De regreso al barrio me contó que Patricia le había hablado de nuestra cita y facilitado mi dirección. Movido por la curiosidad, esa mañana de sábado merodeaba por la zona cuando me vio salir del hostal compungida y desorientada y me siguió, conduciéndonos mis pasos al "El Capricho". Del resto había sido testigo.
-¿Por qué vives en un hostal teniendo tu propio apartamento?
De regreso al barrio me contó que Patricia le había hablado de nuestra cita y facilitado mi dirección. Movido por la curiosidad, esa mañana de sábado merodeaba por la zona cuando me vio salir del hostal compungida y desorientada y me siguió, conduciéndonos mis pasos al "El Capricho". Del resto había sido testigo.
-¿Por qué vives en un hostal teniendo tu propio apartamento?
Cintia es propietaria de un apartamento
en la Gran Vía, obsequio de sus padres... nuestros padres, por licenciarse en
Historia del Arte. Su expediente académico no era brillante como el mío.
Mientras ella se había dedicado a vivir yo me había refugiado en los libros. La
vida me estaba vetada.
-Necesito estar sola para recomponerme. Estos años han sido duros. Alejarme del entorno, poner el contador a cero y volver a empezar sin cargas pesadas.
-Necesito estar sola para recomponerme. Estos años han sido duros. Alejarme del entorno, poner el contador a cero y volver a empezar sin cargas pesadas.
-¿Y la niña?
Tenía una sobrina
preciosa, según su madre, lo que no dudé en absoluto, de cinco años que Cintia dio a luz
tres meses antes de entrar en la cárcel. Era hija del francés que conoció en la luna de miel con Gonzalo en París, y con el que
se había vuelto a reencontrar al cabo de los años por casualidad. Podría
decirse que era el amor de su vida, como Jenkin lo ha sido de la mía. Me he engañado mucho
tiempo con esta idea. El doctor Brouwer fue una ilusión que se esfumó.
-Mis padres cuidan de ella -al mencionar a mis progenitores se me quebró la voz de la emoción. Los padres que tanta falta me habían hecho, vivían-. No estoy preparada para asumir algunas responsabilidades y para ella tampoco será fácil tener de repente una madre que ha estado ausente toda su vida... Nos adaptaremos a la nueva realidad poco a poco.
Cintia había salido de la cárcel en el mes de abril, según sus memorias, hacía poco más de un mes, por lo que mi versión, plagada de mentiras, era factible. Coincidiendo en el tiempo, recibí el encargo de la traducción del manuscrito. Quien lo envió a la editorial quería que llegara a mis manos y descubriera el secreto silenciado de los Van Heley.
-Mis padres cuidan de ella -al mencionar a mis progenitores se me quebró la voz de la emoción. Los padres que tanta falta me habían hecho, vivían-. No estoy preparada para asumir algunas responsabilidades y para ella tampoco será fácil tener de repente una madre que ha estado ausente toda su vida... Nos adaptaremos a la nueva realidad poco a poco.
Cintia había salido de la cárcel en el mes de abril, según sus memorias, hacía poco más de un mes, por lo que mi versión, plagada de mentiras, era factible. Coincidiendo en el tiempo, recibí el encargo de la traducción del manuscrito. Quien lo envió a la editorial quería que llegara a mis manos y descubriera el secreto silenciado de los Van Heley.
¿Quién estaba empeñado en que supiera la
verdad?
El último encuentro entre mi salvador y Cintia tuvo lugar en
la cárcel donde ella cumplía condena por un intento de homicidio a su segundo
marido... fue sin querer, un accidente en realidad. Gonzalo, que había estado
enamorado de ella lo indecible, la visitó para decirle con una gelidez
insospechada en un hombre de su calidad humana, que ya no la quería y ella,
herida en el amor propio, reaccionó besándolo en un arrebato para demostrarle
que nunca podría olvidarla. La indiferencia del ex marido fue contundente. El
hechizo había acabado.