domingo, 10 de octubre de 2021

29.- El Capricho


    Estaba embotada. Bloqueada.    
    No lograba concentrarme en la traducción de la novela ni en nada que requiriese de un mínimo de atención.
    "Memorias de una jeta" me generaba un estado de nerviosismo permanente que no soliviantaba iniciando otras actividades que me distrajeran. Había algo en aquellas páginas que me atraían y producían rechazo a la vez. Aquella historia ficticia me ponía la piel de gallina como si las similitudes con el personaje principal no fueran más que meras coincidencias y nos uniera un vínculo real. La traducción era sencilla, por la simplicidad de la narrativa, debía tratarse de una escritora amateur, sin embargo, me estaba costando trabajo terminarla. En la editorial no me habían puesto una fecha de entrega, pero presentía que cuanto antes terminase el encargo, antes recuperaría la energía que me estaba absorbiendo día a día.
    
    Apagué exasperada el portátil, experimentando una nueva oleada de debilidad y malestar en el estómago. Me calcé unas zapatillas deportivas, me puse la cazadora vaquera sobre el vestido azul marino estampado que me proporcionaba comodidad y con el bolso a modo de bandolera abandoné la habitación hiperventilando.
    Caminé ignorando por donde lo hacía, tal era el colapso mental que no sé en qué momento me alejé de las zonas cercana al hostal que conocía. Necesitaba huir de mí misma para que la sensación de inestabilidad desapareciera. Me hubiera golpeado la cabeza contra la pared, arañado la cara, arrancado los pelos de la cabeza para no sentirme prisionera de mis temores.
    
    Llegué a la puerta de unos jardines. Me adentré en ellos.
    El capricho de la duquesa de Osuna ideado en el siglo XVIII y materializado definitivamente en el siglo siguiente es mi refugio desde esa mañana. Acudo allí cada vez que necesito evadirme perdiéndome en sus catorce hectáreas. Los árboles que apenas dejan insinuarse al cielo con la frondosidad de sus copas y la luz sombría de la zona boscosa, me calman.
    El sonido de los pies al abrirse camino entre las hojas caídas me resulta placentero al punto de producirme un cosquilleo interno agradable.
    Adentrándome en el bosque, caminando sin sentido, percibí que alguien seguía mis pasos a cierta distancia. Podría ser cualquier paseante que disfrutara del entorno distraído con los sonidos de las aves... Quizás elegir esa senda poco transitada no había sido una buena idea. No me lo pareció cuando noté una presencia tras de mí, observándome. Recordé, presa del terror, el artículo de una revista que había leído de pequeña sobre los habitantes ocultos de los bosques, personajes que sólo conocía a través de los cuentos, hadas, duendes, ninfas o gnomos, a los que antes de entrar en su hogar había que pedir permiso para no perturbar su armonía abruptamente. Hubiera preferido que un serecillo diminuto me amonestase por haber invadido su espacio a que un ser humano me estuviera vigilando.
    Me giré sin pensarlo y vi a un hombre alto, delgado de cabello rubio y ojos claros que se detuvo de repente por la sorpresa de mi improvisado movimiento.
    Me desmayé.


NOTAS DE INTERES

 Parque el Capricho de la Alameda de Osuna: situado en el distrito de Barajas, fue construido entre 1787 y 1839 por los Duques de Osuna. La idea nace de la necesidad de María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel de tener un lugar propio diseñado para pasear por los jardines con sus ilustres amigos, artistas e intelectuales de la época. En su interior alberga el búnker que fue el Cuartel General del Ejército Republicano del Centro, construido alrededor de 1937. El parque se puede visitarse sólo los fines de semana. 

2 comentarios: