Daniel masculló un improperio hacia Jenkin tras contarle que dudó sobre la paternidad de mi hija. Nos tomábamos una consumición en El Temple mientras aguardábamos a Sofía. Esa tarde íbamos a ver una obra de teatro en Callao en la que participaba un compañero de clase. Entró en la cafetería resplandeciente y se sentó a mi lado con sonrisa ilusoria. Sospechaba que la simpatía que despertaba el chico en Sofía no sólo se debía a sus dotes interpretativas sino a un componente más poderoso que la habilidad de un actor amateur para interpretar un texto. A mi joven amiga le centelleaban los ojos cada vez que el chico aparecía en nuestras conversaciones monopolizándolas. En una ocasión me confirió que Daniel era el amor platónico que a muchas niñas les hace sentir que son especiales cuando les llega. Conscientes de que son inalcanzables, sueñan con que algún día sean tangibles. Me hubiera gustado tener el juicio suficiente para no traspasar los límites con Jenkin, pero el amor es impredecible y la mejor parte permanece conmigo.
Sofía apoyó los codos sobre la mesa y se sujetó las mejillas con las palmas de las manos posicionando a Daniel en el punto de mira, con el batido de vainilla que el camarero le había traído minutos antes bajo el triángulo que dibujaba la pose.
-Fíjate bien... Seguro que le está escribiendo - me susurró.
Daniel llevaba un par de meses saliendo con la misma mujer, lo que a su entorno más cercano nos sorprendía y celebrábamos ya que no era habitual que se tomara tanto tiempo antes de cortar una relación.
-¿Te das cuenta de que cuando tenemos una ilusión es imposible que no se refleje en la cara? -reflexionó pensando en Alvar, el chico por el que estábamos allí sentados-. Incluso el atractivo físico se dispara. Es mono pero desde hace unas semanas mucho más.
-Esto es porque los niveles de estrógenos aumenta, la piel se tersa, se ilumina y parece más rejuvenecida. El pelo crece con más fuerza.
-Es verdad tiene el pelo más bonito está radiante.
Contuve una carcajada justo cuando Daniel desvió la vista del móvil para mirarnos alternativamente.
-Dejadlo ya. Nos vamos -se levantó de la silla para dirigirse a la barra y la pagar las consumiciones.
-Tu también está radiante, pero es por el embarazo -me dijo Sofía mientras nos dirigíamos a la salida.
Un par de semanas después de que la joven librera nos presentara a Alvar al término de la obra de teatro a la que la acompañamos, con la precisión de un reloj inglés marcando la hora de té, un taxi aparcó delante de la puerta del hostal donde esperaba su llegada a las diez de la mañana.
El conductor, un hombre de aspecto bonachón y con poblado bigote me saludó orgullo de haber sido elegido para llevar a cabo lo que denominó la misión.
Acomodada en el asiento de atrás de coche al observan que dejábamos atrás Madrid, le pregunté a dónde nos dirigíamos. Leonardo me miró por el espejo retrovisor y con aire solemne dejó huérfana a mi curiosidad.
-No estoy autorizado a desvelarte el destino. Lo sabrás cuando hayamos llegado.
Sin más opción que la de ser paciente, me entretuve leyendo los carteles azules con letras blancas que señalizaban kilómetros, autovías y municipios. Tomamos la A-6 dirección Arévalo, alejándonos de Torredolones y Collado-Villalba. En Castilla - León rondamos Segovia a la altura de Guadarrama y El Espinar hasta adentrarnos en Ávila donde los nombre de otros municipios se fueron sucediendo: Maello, Guiter-Muñoz, Arévalo, Aldeseca, Villanueva del Aceral y Borróman.
Una fonda de nombre "La Católica" en Madrigal de las Altas Torres, tierra referida en multitud de libros de historia por ser donde Isabel de Castilla nació un 22 de abril de 1451, era la parada esperada.
Siguiendo con las indicaciones recibidas con escrupulosa determinación, Leonardo le pidió a la recepcionista que dejaran mi equipaje en la habitación después de facilitarle mi nombre.
-El domingo nos vemos.
-¿Me vas a dejara a aquí sin más?
-No estás sola. En el comedor te espera alguien -esbozó una de sus sonrisas amables que consiguen que el mundo parezca mejor-. Disfruta de la estancia.
Y allí me quedé planta, en mitad del vestíbulo sin entender el misterio que flotaba entorno a mí hasta que la recepcionista me rescato de la ausencia de pensamientos.
-Le acompaño al comedor.
-¿Me puede indicar dónde está el baño, por favor?
-Por supuesto, sígame.
Frente al espejo comprobé que el calor que notaba se reflejaba en una mejillas ruborizadas. Me refresqué la cara para afrontar calmada lo que deparaban los siguientes minutos.
La sorpresa fue mayúscula y tranquilizadora cuando vi a Cintia sentada a la mesa que nos habían asignado. Nos saludamos con dos besos.
-Estoy tan estupefacta como tú. Apuesto a que recibiste una nota de Federico.
Le confirmé el extremo mientras me sentaba en la silla.
-Mi ex marido es adorable. No supe apreciarlo en su momento.
Un camarero se acercó a la mesa. Éramos las única comensales del establecimiento, que recordaba a una antigua bodega con arcos en ladrillo visto rojo y una tenue iluminación.
-¿Desean que les sirva la comida?
Nos miramos cómplices de un mismo pensamiento. Osorio también había elegido el menú sin tener en cuenta nuestra preferencias.
-¿Qué va a tomar la señora? -me preguntó.
-Agua, por favor.
Asintió con la cabeza y al cabo de cinco minutos volvió con una patatas meneás, un puré de patata son sofrito de ajo y pimentón dulce, nos explicó cuando le preguntamos por le plato haciendo hincapié que además de una especialidad de la casa, también era un plato típico de la zona. Al puré le habían añadido unos torreznos.
-Federico nos ha traído a este lugar por alguna razón. No da puntada sin hilo. Y me alegra que lo haya hecho. Un fin de semana no será suficiente para ponernos al día, pero es un inicio... -bebió de su vaso de vino y luego se dio unos suaves golpecitos con la servilleta en los labios-. Sé que has leído las memorias... ¡incluso las has traducido al neerlandés! Me encantaría tener un ejemplar... André está en todo es un gran hombre -desvió la mirada de mi rostro a mi vientre, que sobresalía por encima de la mesa-. ¿Cuándo seré tía?
-Dentro de dos meses. Es una niña... ¿les disgustará que mi hija no tenga padre?
-¿A mamá y a papá? En absoluto. Yo también soy madre soltera... bueno ya sabes quien es el padre... No he sido una hija modelo. He cometido muchos errores, algunos de importancia y les he decepcionado muchas veces, la que más cuando me condenaron. Salí de prisión en mayo y si tengo la certeza de algo, es que no consideran que Aldonza sea fruto de una mente locuela como la mía, sino del amor. Han cuidado de ella cuando yo no podía hacerlo, enmendando los fallos educacionales que cometieron conmigo. Mi hija no es caprichosa, es resolutiva y asombrosamente inteligente. La conocerás, aunque te advierto que es muy directa y utiliza expresiones de catedrático viejo.
Cintia tenía un desparpajo natural y comedido. Conservaba el ímpetu de las primeras páginas de sus memorias, sin embargo estaba contenida, quizás porque éramos dos extrañas con ganas de conocerse. Y nos seguimos conociendo.