sábado, 26 de junio de 2021

25.- Patricia Ruíz de Azua

 


    El tiempo pasó sin que ninguna de las dos nos diéramos cuenta de que llevábamos más de una hora senadas en El Temple, departiendo cordialmente hasta que nos interrumpió una llamada a su móvil.
    Por el estilismo de Patricia, informal pero elegante y la forma educada y comedida en la que se expresaba deduje que pertenecía a un nivel medio alto. Cualquier dato sobre las personas relacionadas con mi hermana era relevante para conocer un pocos más a la niña, adolescente y mujer de las fotografías.
    -¿Cómo estáis vosotros? -formulé la pregunta en plural imaginando que el hombre al que había mencionado dos veces era su marido. Llevaba alianza en el dedo anular.
    Sonrió levemente, relajada.
    -Pol está creciendo muy rápido. Ya ha cumplido seis años -contuvo el orgullo de madre al mirarme, abortando las palabra entre sus labios-. Gonza está desbordado de trabajo en el bufete -se puso el pelo de los laterales detrás de las orejas-. El día que te fue a ver a aquel lugar, se quito un peso de encima -se interrumpió antes de proseguir deteniendo la vista en algún lugar indeterminado de la calle-. No te lo tomes a mal,pero cuando pasó aquello pensé que te estaba bien empleado y que era un castigo a tu soberbia. Por una vez no te saldrías con la tuya y pagarías pro tus actos -empujó la taza de café hacia delante para apoyar los brazos sobre a mesa-. Gonza te habría ayudado aún faltando a su propósito inicial de no hacerlo... Has sido su debilidad desde la universidad pese al sufrimiento que le causaste cuando le dejaste de forma... -meditó unos segundos- poco delicada. Asimilar que fue un capricho tuyo y vuestro matrimonio una farsa le llevó años de tormento en los que seguías manteniendo cierto poder sobre él. Te quiso mucho, hasta ese día que te plantó cara y se liberó de ti -jugó con la cuchara del café dándole vueltas dentro de una taza vacía-. Nuestra relación mejoró mucho -sonrió pícara- hasta entonces le había tenido a medias, no disfrutaba de la vida plenamente porque estabas en su mente. Por una vez se sintió el vencedor de una pugna que llevaba tiempo bregando y no sucumbió ante ti aunque intentaras que lo hiciera -desvié la vista avergonzada. Mi hermana había hecho un daño deliberado a Gonza y las consecuencias las había padecido Patricia. Los Van Heley hubieran estado orgullosos de su discípula-. Todo eso quedó atrás -alargó la mano para rozar la mía a la vez que fruncía los labios. No te cuento esto para martirizare, no tendría sentido, pero creo que era algo que necesitaba hablar contigo y ha surgido... Estos días te he visto tan desvalida que quería asegurarme de que estabas bien, por extraño que te parezca. Tu también has sufrido mucho.
    -Lo siento de verás.
    Sonrió brevemente negando con la cabeza.
    -Presente, solo presente.
    Su móvil sonó.
    -Perdona un segundo -atendió la llamada- Rosa, buenos días... Lo había olvidado. En un rato me paso. Gracias -guardó el móvil en el bolso.- Te agradezco que hayas venido.
    -Las dos necesitábamos tener esta conversación.
    Por razones distintas. Me había creado más dudas: aquello, pagar, aquel lugar... se prestaba a muchas interpretaciones.
    
    Dos historias entrelazadas.
    Mi hermana había jugado con los sentimientos del marido de mi interlocutora trastocando su vida durante muchos años, ignoro con qué fin. Por otra parte, un hecho propicia por ella le llevó a estar en un lugar que Patricia había eludido nombrar para pagar por ello.
    Me empezó a doler la cabeza justo cuando nos despedimos en la puerta de "El Temple, con un abrazo conciliador.

   

domingo, 13 de junio de 2021

24.- Venganza

 

    
    El brillo en su mirada y la sonrisa insolente evidenciaron que iba a tener problemas.
    Atravesé el claustro hacia el edificio de secundaria para ir a la habitación procedente del jardín, donde había estado leyendo sentada en uno de los bancos que franqueaba el camino de grava. Era una cálida tarde de domingo de mayo. En una hora las internas que habían pasado el fin de semana en sus casas, regresarían. A las siete todas debíamos tener el uniforme puesto para cenar a las siete y media. Los retrasos se penalizaban con horas de estudio en la biblioteca en el tiempo que disponíamos libro a lo largo del día.
    -¿Es bueno el libro?
    Interactuábamos si lo exigía una actividad o un trabajo en clase, el resto del tiempo nos ignorábamos y si quería hacer llegar a mis oídos algunos de sus hirientes comentarios, lo hacía en voz alta a sus cuatro adeptas, que le secundaban en todo lo que se le ocurriese a su retorcida cabeza para evitar que descargara la ira contra ellas. La conocían bien. Heleentje no tenía amigas, tenía súbditas con ausencia de personalidad para plantarle cara que la obedecían.
    La pregunta fue directa y la risita de sus dos acompañantes auguraba que tramaban algo y que yo era la manzana que Guillermo Tell puso sobre la cabeza de su hijo.
    Pasé de largo con indiferencia mientras en mi cerebro se activaba una luz roja que indicaba que un peligro inminente me acechaba y no se apagaría hasta que Heleentje llevara a cabo su plan.
    -Sancha.
    La hermana Justine apareció en el vestíbulo. Exhorta en mis cavilaciones la oí la segunda vez que mencionó mi nombre. Hasta el momento solo había oído un rumor lejano al que no hice caso.
    -La madre Ingeborg quiere verte.
    Me extrañó que la madre quisiera hablar conmigo en día de descanso, pero no asocié la inquina que me dispensaba Heleentje con el hecho en sí. Me inquieté unos segundos. Tal vez tenía que comunicarme un mala noticia.
    -¿En casa está todo bien?
    Pese a desafecto que sentía por los Van Heley, el mismo que recibía por su parte, mi preocupación era sincera. Mi aspiración a ser independiente no pasaba porque el matrimonio desapareciera. Años más tarde entendí que no había lugar en el mundo al que huír de su supremacía y esperé pacientemente a que la naturaleza siguiera su curso.
    -Acompáñame, nos esperan.
    Percibí cierta conmiseración en el rostro de sor Justine, no la suficiente para que se apiadara de mí y me adelantara la razón por la que no encaminábamos al despacho  de la abadesa un domingo por la tarde.
    Constaté que mis tutores no habían sufrido ningún infortunio, al atravesar las jambas detrás de la hermana. Sentados delante de la directora del centro, los Van Heley me miraron con gesto grave y crítico.
    Estaba a punto de descubrir hasta que punto era perversa Heleentje.

   


     

      

domingo, 6 de junio de 2021

23.- El temple



       La fina cortina confeccionada de multitud de gotitas de agua caía sobre la piel descubierta como cuchillos de pico.
    El Temple es un café con fachada victoriana de madera verde envejecida a escasos doscientos metros del hostal que recorrí despacio.
     Exceptuando que era morena y joven, según la descripción de Trini, no tenía mayor detalle del aspecto de Patricia Ruíz de Azua. Me adelanté a la hora señalada para esperarla y que fuera ella, que conocía a mi hermana, quien se acercara a mí y no ponerme en evidencia si no la reconocía llegando después que ella. 

    Entré en el café deseando que acabase el encuentro con la desconocida. En la barra dos hombres con trajes tomaban café, probablemente trabajaran en alguna de la oficinas de la inmediaciones; una chica sentada en un taburete mantenía una conversación acalorada a través del móvil delante de un zumo de melocotón, según el etiquetado del envase y a pocos metros de ella, una pareja mayor comía churro sumergidos en lo que supuse sería café.
    La mitad de las mesas estaban ocupadas. Eché un vistazo para elegir un sitio cerca de la ventana. En el barrido visual que hice, una mujer con los rasgos de Patricia me saludó con la mano. Se había adelantado aún más que yo a la cita. Me dirigí hacia ella repitiéndome que debía ser parca en palabras para que no sospechara que era una impostora y estaba suplantando a mi hermana... ¿Sabría que su conocida tenía una gemela?

    Sopesé no acudir a la cita la noche anterior presa de un ataque de nervios, temerosa de cometer algún error que me delatara, pero la imperiosa necesidad de saber algo sobre mi familia fue decisiva para estar allí, con la ansiedad estrangulándome la garganta.
    Se levantó titubeante y me dio dos besos. Intercambiamos una breve sonrisa y un hola tímido por ambas partes. Parecía más nerviosa que yo. Un camarero me preguntó que iba a tomar. Tenía el estómago revuelto y ausente de alimentos. Pedí un café con leche.
    Patricia rompió el silencio en que nos sumimos tras el saludo inicial.
    -Te extrañará que quisiera quedar contigo, al fin y al cabo no somos amigas y lo único que hemos tenido en común es a Gonza. Ni yo misma lo sé.  Te he visto salir varias mañanas seguidas del mismo hostal cuando paso por delante con el coche. Mi fisioterapeuta tiene la clínica cerca de aquí. La primeras veces que te vi no estaba segura de que fueras tú, pareces distinta, pero imagino que después de por lo que has tenido que pasar ha cambiado tus prioridades -dio varias vuelta a la taza sobre el platillo-. Gonza me comentó que no eras la misma... No le he comentado que nos íbamos a encontrar, tampoco estaba segura de que fueras a venir, pero aquí estás -su sonrisa me latió sincera-. Me alegra de que lo hayas hecho y que podamos tomar un café juntas... Cuéntame ¿cómo estás?
    Cogió la taza de café con ambas manos y se la llevó a los labios visiblemente más relajada después de haber roto el hielo.
    Estaba confusa. Mi gemela había pasado por una situación delicada que le había cambiado en algún sentido y un hombre llamado Gonza que tenía en común con Patricia, a quien ésta le había ocultado el encuentro conmigo, le había sugerido que ya no era la misma de antes... ¿De antes de qué?
    La respuesta fue genérica.
    -Adaptándome a la situación.
    -No te juzgo por lo que sucedió. Fue un accidente.
   -¡Fue sin querer! -me exalté recordando el apartamento de Apollobuurt  -Mi intención no era que las cosas se diesen así.
    -Lo sé, querida.

  


NOTAS DE INTERÉS

Apollobuurt: barrio de Amsterdam, en el districto de Amsterdam - zuid. Las calles llevan nombres de leyendas griegas, compositores y pintores.

    



sábado, 5 de junio de 2021

22.- La conferencia



      -Este hombre tiene vista de halcón -el murmullo de Diantha fue entre dientes apretados.
    -Mencionaste algo sobre un águila imperial, ¿no? La forma de asegurarnos de que no nos viese es no habiendo venido -repliqué orillando la insolencia.
    Nos giramos a la vez, justo cuando Jenkin nos daba alcance entre el desfile de estudiantes que abandonaban el recinto.
    -¡Doctor Brouwer! ¿Cómo le va? Ha sido una sorpresa que fuera uno de los ponentes.
    Diantha se auto proclamó portavoz de las dos adoptando un tono desenfadado y risueño.
    -Jenkin. Ya no estamos en el colegio ni sois mis pacientes. Podemos tratarnos con menos formalismo.
    Nos derretimos con su sonrisa. El pasado se hizo presente. No debía estar allí, pero lo estaba y no sabía como salir de una situación que me incomodaba y agradaba a partes iguales.
    -¿Estudiantes de Medicina?
    -Segundo de filología latina y farmacología. El profesor Koopman nos habló en clase sobre el coloquio, insistiendo en que asistiéramos como complemento a su asignatura de farmacodinamia -se pausó intencionadamente y continuó al cabo de dos o tres segundos-. Los medicamentos empleados para el tratamiento de infecciones causadas por parásitos y bacterias pueden tener efectos bioquímicos y fisiológicos distintos en los pacientes en función del tipo de clima del lugar donde residen o de la condiciones en que vivan.
    En la facultad de farmacologia no había ningún profesor apellido Koopman. Diantha tiene una habilidad natural para la improvisación.
    Jenkin asintió con la cabeza, deslizándose hasta su ceja un mechón rubio donde encontró acomodo. Le imaginé apuesto incluso en el habitáculo donde se pierde todo glamour... sentando en el inodoro.
    -Espero que la charla haya sido de utilidad.
    -Por descontado.
    El doctor desvió la mirada hacia mí.
        -Sin embargo, es posible que a ti te hayamos aburrido.
        -En absoluto. Desde el punto de vista etimológico las palabras tienen un recorrido nada desdeñable -levanté la vista de la moqueta azul que pisábamos y la deposité en sus ojos claros, que me miraban como aquella vez en el consultorio, cuando descubrió que existía o aquella otra vez en que me secó las lágrimas que resbalaban por mis mejillas con los dedos-. Cualquier unidad mínima de significado es susceptible de mi interés.
    Satisfecho con la respuesta nos dirigimos a la salida uno detrás del otro. Al pasar por la puerta noté el ligero roce de su mano sobre mi cintura cediéndome el paso. Segundos en los que ese amor platónico que había sentido se materializó en un gesto.
    En el patio exterior Siem nos aguardaba cerca de las escaleras de acceso. Le vi al salir de edificio y respiré aliviada de que hubiera llegado y no tuviéramos que alargar la conversación con el doctor Brouwer.
    Nos detuvimos para despedirnos de él y me encaminé a paso ligero hacía el amigo que se ajustaba e anorak al cuerpo distraído. Diantha me seguía a pocos metros de distancia consultando el reloj.
    -Estás helada y no es por el frío -Siem detectó mi nerviosismo al besarme la mejilla. Habíamos quedado para organizar la campaña de recogida de juguetes que la Asociación hacía todos los años en Navidad.
        Giré la cabeza discretamente hacia Jenkin, que se encaminaba al aparcamiento subterráneo mientras observaba nuestro encuentro.
    -El hombre que copaba las conversaciones -sentenció mi confidente de tantos ratos distendidos.
    -Estoy perdida.
    -Esto también pasará.



 NOTAS DE INTERÉS

Farmacodinamia: acción de un fármaco en el organismo humano. Estudio de los efectos bioquímicos y fisiológicos del mismo.