El tiempo pasó sin que ninguna de las dos nos diéramos cuenta de que llevábamos más de una hora senadas en El Temple, departiendo cordialmente hasta que nos interrumpió una llamada a su móvil.
Por el estilismo de Patricia, informal pero elegante y la forma educada y comedida en la que se expresaba deduje que pertenecía a un nivel medio alto. Cualquier dato sobre las personas relacionadas con mi hermana era relevante para conocer un pocos más a la niña, adolescente y mujer de las fotografías.
-¿Cómo estáis vosotros? -formulé la pregunta en plural imaginando que el hombre al que había mencionado dos veces era su marido. Llevaba alianza en el dedo anular.
Sonrió levemente, relajada.
-Pol está creciendo muy rápido. Ya ha cumplido seis años -contuvo el orgullo de madre al mirarme, abortando las palabra entre sus labios-. Gonza está desbordado de trabajo en el bufete -se puso el pelo de los laterales detrás de las orejas-. El día que te fue a ver a aquel lugar, se quito un peso de encima -se interrumpió antes de proseguir deteniendo la vista en algún lugar indeterminado de la calle-. No te lo tomes a mal,pero cuando pasó aquello pensé que te estaba bien empleado y que era un castigo a tu soberbia. Por una vez no te saldrías con la tuya y pagarías pro tus actos -empujó la taza de café hacia delante para apoyar los brazos sobre a mesa-. Gonza te habría ayudado aún faltando a su propósito inicial de no hacerlo... Has sido su debilidad desde la universidad pese al sufrimiento que le causaste cuando le dejaste de forma... -meditó unos segundos- poco delicada. Asimilar que fue un capricho tuyo y vuestro matrimonio una farsa le llevó años de tormento en los que seguías manteniendo cierto poder sobre él. Te quiso mucho, hasta ese día que te plantó cara y se liberó de ti -jugó con la cuchara del café dándole vueltas dentro de una taza vacía-. Nuestra relación mejoró mucho -sonrió pícara- hasta entonces le había tenido a medias, no disfrutaba de la vida plenamente porque estabas en su mente. Por una vez se sintió el vencedor de una pugna que llevaba tiempo bregando y no sucumbió ante ti aunque intentaras que lo hiciera -desvié la vista avergonzada. Mi hermana había hecho un daño deliberado a Gonza y las consecuencias las había padecido Patricia. Los Van Heley hubieran estado orgullosos de su discípula-. Todo eso quedó atrás -alargó la mano para rozar la mía a la vez que fruncía los labios. No te cuento esto para martirizare, no tendría sentido, pero creo que era algo que necesitaba hablar contigo y ha surgido... Estos días te he visto tan desvalida que quería asegurarme de que estabas bien, por extraño que te parezca. Tu también has sufrido mucho.
-Lo siento de verás.
Sonrió brevemente negando con la cabeza.
-Presente, solo presente.
Su móvil sonó.
-Perdona un segundo -atendió la llamada- Rosa, buenos días... Lo había olvidado. En un rato me paso. Gracias -guardó el móvil en el bolso.- Te agradezco que hayas venido.
-Las dos necesitábamos tener esta conversación.
Por razones distintas. Me había creado más dudas: aquello, pagar, aquel lugar... se prestaba a muchas interpretaciones.
Dos historias entrelazadas.
Mi hermana había jugado con los sentimientos del marido de mi interlocutora trastocando su vida durante muchos años, ignoro con qué fin. Por otra parte, un hecho propicia por ella le llevó a estar en un lugar que Patricia había eludido nombrar para pagar por ello.
Me empezó a doler la cabeza justo cuando nos despedimos en la puerta de "El Temple, con un abrazo conciliador.
Deseo que no sea nada grave y volver a leerte pronto.
ResponderEliminarIndicio de que te has recuperado.
Un beso y un abrazo.
Nada grave, solo inesperado.
ResponderEliminarEstoy casi rehecha.
Un beso.
Sancha.