domingo, 25 de junio de 2023

76. Appeltaart


     Cándida, Daniel y Trini me ayudaron a recoger la mesa mientras Sofía se encargaba de poner los cubiertos para el postre. Leonardo, solícito nos ofreció su ayuda pero consideramos que cuatro personas pululando por la cocina era más que suficiente para achicar el espacio por el que tropezábamos unos con otros. Conforme se unió a la conversación que Alonso y Claudio mantenían y la monopolizó contado historias sucedidas en el taxi que a los viejos amigos hicieron reír.

    Sentados entorno a la mesa, la appeltaart fue elogiada con la misma generosidad que los comensales habían desprendido con la lubina.
    -Sabéis, detrás de las reservas de Sancha hay un historia -Cándida interrumpió inesperadamente los murmullos derivados de conversaciones entre los comensales y me miró buscando la aprobación que le di. No sé que pretendía contar, pero estaba cansada de ocultarme detrás de la discreción-. Perdió a sus padres en un accidente de tráfico. Era muy pequeña, apenas tenía unos meses. Sus abuelos paternos se hicieron cargo de ella. La internaron en un colegio de monjas de mucho parné y en las vacaciones la encerraban en una habitación de su casa... Figuraos lo que es vivir sin cariño.
    -Y engañada -inquirió  Leonardo al tanto del descubrimiento reciente sobre mi familia.
    Alonso tomo la palabra.
  -Me consta que entre los presentes hay lectores infatigables. Imaginad que el protagonista del libro que leéis es exactamente igual que vosotros físicamente, incluyo compartís con él apellido -se detuvo dos segundos antes de continuar creando expectación- y que un día uno de los personajes os cita para que os veáis y al poco tiempo, otro de los personajes quiere trataros... y poco a poco vais conociendo a más personajes por casualidad.
    -¡Qué pasada! -Sofía no escondió su entusiasmo.
    -Sancha recibió el encargo de traducir al neerlandés un manuscrito con personajes que saltaron de las páginas escritas a la realidad.
    -La chica del pelo corto... -Trini pensativa relacionó lo que acababa de oír con lo que presenció-. Te dejó una nota -se dirigió a mí-. Recuerdo que te dio una bajada de tensión cuando la leíste.    
    Confirmé con un movimiento de cabeza que Trini estaba en lo cierto.
    -Esas personas confundieron a Sancha con su hermana, a la que conocí hace años, como la confundí yo la mañana que la recogí en el aeropuerto cuando llegó a Madrid -Leonardo sonrió modestamente-. Cintia me mencionó en sus memorias.
    -Vaya... Tenemos que cenar juntos más a menudo -Sofía no salía de su asombro, para ella eramos caldo de novela.    
    -Mi hermana gemela -miré a Daniel incisiva- escribió unas memorias que una persona hizo llegar a mis manos a través de la editorial con el pretexto de que la tradujera como si fuera un trabajo más. La intención era que supiera que tenía una  familia en Madrid que los Van Heley me ocultaron.
    -Los Van Heley eran sus abuelos -aclaró Alonso.
    -Las fotos que vi... -Daniel intervino desconcertado.
   -No soy yo. Es mi hermana. Mi vida no es tan intensa como imaginas. La sola vez que me casé fue con Dios, pero eso ya lo sabías.
    -¡Eres monja! -la espontaneidad de Sofía nos arrancó unas risas contenidas. 
    -Lo fui.
    -¿Qué es eso de las fotos? -preguntó Cándida masticando con la boca abierta.
    -La tarde que se desmayó en la calle y la llevé al hospital se le cayeron las fotos de una niña y de un mujer exactamente igual a ella en los días de sus dos bodas. Pensé que era Sancha. Son idénticas.
    -Y sentenciaste que nos estaba engañando... como si lo viera... hijo desde pequeño eres muy peliculero.
    -¿Conoces la identidad de la persona que te extrajo del obscuracismo y la relación que tiene con tu familia? -quiso saber Claudio.
    -Desde hace unos días. El responsable de mandar el manuscrito a la editorial fue  el mayordomo del ex marido de mi hermana. Es una historia larga pero en resumidas cuentas me localizaron en Madrid y me he reunido con Federico Osorio varias veces en su casa. Me contó lo que lo Van Heley hicieron creer a mis padres que no había sobrevivido a las lesiones sufridas en el parto al nacer.
    -¡Qué barbaridad! ¡Virgen Santa! -Trini se santiguó.
    -¿Tus padres viven? -A Cándida se le humedecieron los ojos.
    -Sí. El accidente de tráfico fue otras de las invenciones de los Van Heley.
   -Te secuestraron -no lo había considerado de ese modo hasta que Daniel lo manifestó en voz alta.
    -Tienes un vida novelable -la escritora se hizo oír en la voz de Sofía.
    -A mi pesar.
    -Y esa es la razón por la aterrizaste en Madrid -dio por hecho Claudio.
    Les miré con inquietud. Había llegado el momento de desvelar lo que le hice a Jenkin... Sin querer.


NOTAS DE INTERÉS

Appeltaart: tarta de manzana.

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