Entorno a la mesa ovalada, con la lubina servida y los comensales inmersos en conversaciones cruzadas, contemplé la escena como Claudio me recomendó que observara los problemas, desde fuera para tomar perspectiva. Concluí que ese momento, lleno de murmullos, sonrisas y los rostros relajados de quienes hasta hacía dos meses eran extraños, sería uno de los que recordaría con nostalgia.
Claudio y Alonso, con paladares expertos, alabaron la textura y el sabor del pescado y la habilidad para darle el punto exacto. A Cándida le pareció que estaba de rechupete y a Leonardo, sentado a mi lado en la esquina de la mesa, frente a Cándida, deliciosa. Trini me pidió la receta. Daniel entre dientes y con mirada huidiza reconoció que no estaba mal y Sofía agradeció que apenas tuviera espinas antes de decir que estaba rica. Les agradecí la generosas valoraciones.
-Es impredecible lo que nos deparará el mañana, -Claudio alzó la voz- pero deberíamos instaurar una vez al año un reunión como esta, entre amigos, con buena mesa, mientras los años, el cuerpo y la propia vida nos asista.
-Me temo que seré el primero en causar baja -Alonso se pronunció con una sonrisa triste.
-Bisa, ni si quiera tú puedes predecir eso - Sofía, sentada a su lado le besó la mejilla.
Me emocionó ver el gesto de cariño entre bisabuelo y biznieta. Habría prescindido de las comodidades con las que me crié a cambio de que los Van Heley me hubieran querido. Cándida interpretó el brillo de mis ojos, atenta a mi estado de ánimo desde que le dijera que me marchaba, e intervino.
-Tendrás que volvernos a cocina cuando nos visite y espero que no tardes en hacerlo.
-En Amsterdam debo atender algunos asuntos que me mantendrán alejada un tiempo, pero si tras la cena de esa noche sigo contando con su amistad, volveremos a vernos.
-Sancha enigmática -Claudio me definió alzando la copa de vino blanco a modo de brindis en mi dirección antes de tomar un sorbo.
-Misteriosa -añadió Daniel, ocupando una silla delante de mí, entre su madre y el filósofo, con el aplomo de su mirada asediéndome.
-Carismática -Alonso, a mi vera, frunció el ceño pensativo.
-Sensible -en las breves conversaciones mantenidas con Trini, no recuerdo ninguna en que no definiera mi estado de ánimo.
-Valiente -en absoluto lo era, pero Leonardo había sido testigo de mi determinación, no sin titubeos callados.
-Cosmopolita -miré a Sofía en el otro extremo de la mesa extrañada por el adjetivo- Has estado en más ciudades europeas que yo.
-Mi querida biznieta quiere conocer el mundo para atraparlo con palabras en unas cuantas hojas.
-Amsterdam te encantará, espero tu visita.
-¿De verdad?
-Cuando quieras.
-Fuerte -Cándida nos interrumpió -aunque a veces no crea que lo es.
-La tendencia del ser humano es menoscabar sus cualidades y virtudes -reflexionó Isasi.
-La consideración que me tienen responde a la parte de mí que conocen o piensan que oculto. Al final de la velada esas percepciones pueden variar -medité unos segundos-. Estoy convencida de que lo hará, pero aún así, no quiero marcharme sin despejar todas las dudas que por mi conducta introvertida hayan surgido sobre mí.
-Esta cena cada minuto que pasa me gusta más -el más dicharachero con diferencia se entusiasmó con arranque transcendental.
-Todos tenemos secretos -la naturalidad de Sofía acaparó el interés general. Los secretos de una chica de su edad probablemente eran aún inofensivos-. Secretos sin importancia, claro...
-Algunos secretos con el paso de los años se desinflan y se transforman en anécdotas -sopesó Alonso pinchando un trozo de patata y un trozo de lubina.
-¿Cuál es la diferencia entre mentir y reservarse información? -inquirió Daniel.
-Mentir es dar una información siendo consciente el sujeto que no es verdad, sin embargo, reservarse la información alude a la nula disposición de compartirla -Claudió se atusó la barba con los dedos.
-Ocultar lo que se sabe podría considerarse mentir sin pronunciar palabra -insistió Daniel clavándome la mirada como si fueran dardos.
-Si las palabras no intervienen no hay engaño -dilucidí.
-¿Un poco de tarta de manzana al estilo holandés? -Cándida observó que los invitados habían terminado el primer plato-. Lo mejor siempre está por llegar y la noche aún no ha terminado.
Cándida estaba en lo cierto.
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