domingo, 21 de mayo de 2023

64. Homicidio invonluntario

 

Como si me estuvieran narrando un cuento susurrado al oído delante de una hoguera en una fría noche de invierno, escuché el relato de Federico con el corazón en un puño cerrado con tanta firmeza que oprimía el órgano.
 Un beso fue el detonante que destruyó nuestras vidas, aunque esto, mi anfitrión lo supo muchos años después, cuando se plantó en la casa de Godelieve de Vries y le arrancó la confesión, sospechando y luego conjeturando que los Van Heley ocultaban un secreto que afectaba a la familia de su amado Dado. Huub hacía meses que había partido a la nueva morada, yo vivía en el convento, y tal vez por sentirse sola y cercana a reunirse con su marido, la anciana de Vries se despojó de culpas delante de la inesperada visita. Cuesta creer que una brizna de arrepentimiento la asolara en alguna etapa de su vida.

Los Van Heley se hospedaron en casa de mis padres unos días en el cuarto mes de embarazo de mi madre. En una comida familiar, a la que Federico asistió como amigo del abuelo Dado y de la familia, Godelieve y Huub fueron testigos de una inesperada escena que les desencajó las mandíbulas.
    Federico y Dado, a los que la edad no les había hecho perder el espíritu intrépido de la juventud, sellaron sus bocas con la ternura de la añoranza y las ganas que nunca se desvanecieron, ignorando que los Van Heley presenciaban sofocados la muestra de cariño entre los dos amantes, al ocurrírseles salir al jardín, donde los amigos creyeron que tendrían cierta intimidad. El matrimonio compartió una mirada circunspecta que pactaba su silencio. Armar un escándalo, bajo su exclusiva lupa escrutadora, por el obsceno acto de lujuria protagonizado por dos viejos verdes con matices reventón, no obedecía a su forma de gestionar los asuntos, que sin incumbirles, se apropiaban. No permitirían que sus nietas crecieran bajo la perversión e influencia de un consuegro degenerado y promiscuo.
    -En los siguientes meses a esas vacaciones insistieron en que Laura diera a luz en una clínica privada de Madrid que ellos mismos habían elegido y que el parto fuera asistido por un ginecólogo de su total confianza que se desplazaría desde Ámsterdam unas semanas antes de que nacierais para atender a tu madre -respiró pesadamente antes de continuar-. Tus padres cedieron aunque hubieran preferido tus abuelos se mantuvieran al margen.
    -Los Van Heley eran persistentes. Objetivo que se proponían, objetivo que perseguían hasta su consecución.
    El detalle parecía que no se le escapaba a Federico en las pocas ocasiones en que había tratado con ellos.
    -El día que nacisteis se produjeron una serie de extraños acontecimientos que hizo del momento más feliz para unos padres, el más triste de su existencia -Federico entrecerró los ojos colocando los recuerdos en orden cronológico- Llevaron a Laura al paritorio, al cabo de unas dos horas, el médico holandés que atendió el parto comunicó a la familia que una de las niñas, al colocarse para salir, había comprimido el cordón umbilical de su hermana impidiendo el paso de sangre y oxígeno de la nonata. Esto ocasionó lesiones en el cerebro por el que la segunda recién nacida fue trasladado a la uci… -Suspiró-. Al cabo de unas horas, les notificaron tú pérdida.
    -El director de la clínica se prestó a un plan ruin a cambio de una compensación económica, supongo.
    Federico apretó los labios negando mis palabras con la cabeza.
    -No exactamente, pero sí actúo por intereses de otra índole. Miró hacia otro lado a cambio de que no le denunciaran por practicar abortos ilegales en la clínica, lo que hubiera supuesto años de cárcel y el cierre del centro. Tus abuelos eran retorcidos en sumo grado, no te desvelo nada que no sepas. Has tenido que lidiar con ellos. Investigaron varias clínicas privadas de Madrid con el fin de llevar a cabo su plan y encontraron la más afín a sus intereses. Delito por delito, silencio por silencio.
    El guion llevaba la firma de los Van Heley. Sólo a ellos se les ocurriría convertir a mi hermana en mi asesina. La compresión del cordón umbilical en parto de gemelos es un riesgo que se dan en algunas ocasiones, según la información que he podido recabar al respecto y fue la causa fabulada que hizo constar en el informe médico un ginecólogo ambicioso, tapadera de los Van Heley para secuestrarme sin levantar sospechas.
Esas horas en las que estuve, según la versión oficial y registros de la clínica, en cuidados intensivos, prohibieron la entrada a los miembros de la familia, incluida mi madre, que desesperada y recién parida intentó levantarse de la cama para verme, suplicando a la enfermera que la llevaran conmigo. Me había oído llorar con la capacidad pulmonar de un bebé sano y un genio que no hacía temer por mi integridad.
Mis padres nunca vieron mi cuerpo inerte.
Los Van Heley se encargaron de los trámites y me dieron sepultura. 

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