sábado, 13 de mayo de 2023

59. El concierto

 

    Por más extensión geográfica o población que tenga una ciudad, cuando dos personas están condenadas a encontrarse, lo hacen sin que la voluntad de ninguno de ellos medie.

Medio año después de salir del convento tenía una vida ordenada que saboreaba a mi manera. Me gustaba mi trabajo de traductora en la editorial Ster Edities; disfrutaba viendo anochecer desde el gran ventanal del estudio de 30 metros que alquilé en una quinta planta de Vonderlstraat, muy cerca del trabajo en el barrio de Helmersbuurt; callejear los sábados por la mañana hasta De Pij para tomarme un café después de recorrer durante un par de horas el mercado de Albert Cuyp, o pasear por Vondelpark al atardecer cualquier día de la semana.
    Una noche esa rutina adquirida cambió aunque no fui consciente de ello hasta semanas más tarde.
Maas el novio de Diantha, con el que vivía desde hacía dos años, daba un concierto en el Theater Amsterdam. Tocaba el clarinete en la Folklore Band, que además de interpretar música folclórica tradicional holandesa, componían sus propios temas en la misma línea clásica.  
Cenamos en las inmediaciones del teatro, un edificio de tres plantas acristalado con salas de grandes extensiones que se alquilan para eventos empresariales o fiestas en Westpoort. Había estado una vez, además de en esa ocasión, en la zona portuaria donde Diantha residió años atrás. Cenados nos dirigimos al auditorio. Planeábamos la mañana del domingo delante de la puerta cuando una voz nos hizo volvernos en la dirección desde donde procedía
    -¡Qué agradable coincidencia!
    Acompañada por su marido, Antje se disculpó con la pareja con la que hablaba y se acercó a nosotras. Nos besó y abrazó en una calurosa y sincera manifestación de cariño. Me impactó coincidir con ellos fuera del ámbito laboral, relacionándose como un matrimonio y no como compañeros de trabajo. Fue un golpe de realidad. La vida de Jenkin estaba ligada a la de Anjte desde hacía más de quince años y esa noche dejaron de ser la enfermera Antje y el doctor Brouwer del St. Liselot: eran los Brouwer. Me ilusionó verle al cabo de un tiempo en el que físicamente no había cambiado tanto. Algunas canas aparecían encima de sus orejas y los ojos se sostenían sobre unas leves bolsitas formadas por el cansancio. A cada encuentro casual me gustaba más. Podían repetirse las estaciones sin que su recuerdo invadiera mi mente, pero cuando le tenía enfrente, mis sentimientos resurgían haciéndose más sólidos.
De forma premeditada, primero saludó a Diantha con dos besos, relegándome al segundo lugar. El roce de sus labios sobre mis mejillas desencadenó un súbito calor que me recorrió el cuerpo hasta explosionar en los pómulos. Nos miramos unos segundos, con la discreción que el deseo de querer más nos permitió, volviendo al pisito que compartí con dos estudiantes en Diemen, donde un beso evidenció la atracción que sentíamos por el otro y selló la despedida de una historia que no tendría comienzo.
    -Tienes mejor aspecto que la última vez que nos vimos –Antje me acarició el húmero esbozando una sonrisa cándida. En esa última vez ocupaba la cama de un hospital con la tibia y el peroné fracturados-. Me alegra verte así de bien.
    -Gracias.
    Diantha, dicharachera por naturaleza como recordaban los Brouwer, les habló sobre su trabajo en la farmacia, la casa que había comprado recientemente y les contó que uno de los miembros del grupo de folclore que actuaba esa noche era su pareja. Perdí el hilo de la conversación. La proximidad con Jenkin me obligaba a controlar los latidos del corazón. La señora Brouwer comentó que la pareja que les acompañaba, amigos íntimos desde la universidad, celebraban su aniversario de bodas y les habían invitado al concierto. Los niños se habían quedado con los padres de ella… ¡Niños! Hasta ese momento nunca me había planteado cómo sería la vida de Jenkin, sólo fantaseaba en cómo habría sido la nuestra en común. El doctor Brouwer era padre. Tenía dos niños y una niña de siete, cinco y tres años.
    Mi gesto fue instintivo, le miré sin disimulo alguno para comprobar cuál era su reacción mientras la señora Brouwer hablaba de sus hijos. El rostro se le enterneció y una sonrisa de orgullosa acudió a su boca. ¡Cuánto me hubiera gustado ser la mujer que tenía al lado!
 -¿Qué nos cuentas de ti? Recuerdo que la vez que coincidimos en el supermercado acababas de licenciarte en Filología… ¿latina?
Hacer alusión a esa tarde me pareció una osadía por su parte. Conversando más tarde con Diantha y dejándonos llevar por la imaginación, en sus palabras vimos un mensaje encriptado que desciframos en dos segundos: se sentía atraído por mí.
    Asentí con la cabeza.
    -Trabajo como traductora para una editorial.
    -¿En Amsterdam? -inquirió Jenkin con el conocimiento de que mi intención de aquella época era trabajar fuera de Amsterdam para alejarme de la supermacía de los Van Heley.
    -Sí, finalmente me he quedado aquí.
    -¿Casada? –preguntó Anjte de improviso.
    Enmudecí bajos tres pares de ojos observándome.
  -Sancha se ha divorciado recientemente –Diantha intervino para ocupar el hueco que había dejado el silencio, dándome unas palmaditas en la espalda a modo de consuelo. Le di un pellizco en la nalga que la sobresaltó.
  La compasión transformó fugazmente la expresión amable de la señora Brouwer al tiempo que la del señor Brouwer se ensombrecía. Si alguna vez el recuerdo me había llevado a su mente, no sé si se habría detenido a pensar en cómo sería mi vida ni en que habría sido de mí.
Siem desde la entrada nos localizó entre las personas que se dispersaban por el vestíbulo y acortó la distancia que nos separaba reconociendo a la pareja con la que charlábamos. Se había quedado fuera hablando por teléfono con Yani.
    -Buenas noches.
    Me rodeó la cintura con el brazo. Tenerle cerca me daba seguridad.
    -¿Te acuerdas de los señores Brouwer?
Siem y Diantha fueron las únicas personas que se turnaron para cuidarme y que no estuviera sola en el hospital las dos semanas que permanecí allí. Antje venía a verme varias veces al día y Jenkin no faltó un solo día. Ocasionalmente los Van Heley y Niek hicieron acto de presencia motivados más por el interés en que no denunciara a Heleentje que por mi estado.
   -Perfectamente -Siem estrechó la mano de la señora Brouwer y luego la del señor Brouwer -Encantado de saludarles de nuevo.
    Los congregados en el vestíbulo empezaron a desfilar por delante de nosotros para entrar en el auditorio. En apenas diez minutos daría comiendo el concierto.
    Nos despedimos.
    La intuición me susurró al oído que volvería a ver a Jenkin.
 
 
 
NOTAS DE INTERÉS

Ster Edities: aún tratándose de una licencia inventiva de la autora, se ha tomado como referencia una editorial ubicada en el mismo barrio donde se encuentra Ster Edities.
 
Vonderlstraat: calle perteneciente al barrio de Helmersbuurt, en Amsterdam West, que debe su nombre al poeta Joost van den Vondel.

Helmersbuurt: barrio de Amsterdam West en la provincia de Holanda Septentrional. El distrito lleva el nombre del poeta Jan Frederik Helmers.

Albert Cuyp: mercado al aire libre situado en Amsterdam entre las calles Albert Cuypstraat y Fredinand Bolstraat y Van Woustraat en el barrio de De Pij en Amsterdam Oud-Zuid. El mercado debe su nombre al pintor Albert Cuyp del siglo XVII. En el se pueden encontrar alimentos básicos y es considerado el más grande del mundo. Se puede visitar cualquier día de la semana por la mañana o la tarde.
 
De Pij: barrio bohemio con calles estrechas con numerosos restaurantes de Oriente Medio, pubs tradicionales y cafeterías con terrazas. Es sus calles se encuentra el mercado Albert Cuyp y el Sarphatipark, un parque donde disfrutar de jardines ingleses, prados verdes y estanques cristalinos.

Vondelpark:
parque grande en el distrito de Amsterdam – Zuid, inaugurado en 1865 con el nombre de Nieuwe Park, pero que finalmente se cambió en honor al poeta del siglo XVII, Joost Van den Vondel. En el interior del parque hay un teatro al aire libre, una zona de recreo para niños y establecimientos hosteleros.

 

 

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario