Mi entrada les tomó de imprevisto, haciendo que sus cuerpos se sobresaltasen
ligeramente al saludarles. No me esperaban hasta la cena con los Van der Berg
de la noche siguiente, a la que tenían claro que asistiría por la cuenta que
les traía a mis allegados. Si hubiera sido tan ruin como ellos, no habría ido
la tarde anterior a concretar detalles sobre el compromiso y les hubiera
avergonzado delante de sus invitados. No merecían la deferencia, pero no
aspiraba a igualar su maldad.
-Al fin apareces.
Godelieve rompió el silencio sin
mirarme. Para ellos eran invisible. Les era indiferente. Una obligación que estaban a
punto de sacudirse de encima.
-He
estado ocupada con los preparativos de mañana.
Acaparé
la atención de ambos que mostraron conformidad relajando los músculos de la
cara con relieves.
-Acogemos con agrado que te impliques como
corresponde.
-He entendido qué es mejor para todos.
Huub asintió con la cabeza poblada por
unos filamentos blancos y una concavidad en los labios cambiando la posición de
las piernas.
-Íbamos a tomarnos un café, ¿nos
acompañas? -la voz de Godelieve se dulcificó.
-No tengo tiempo. He venido a despedirme.
El semblante de los Van Heley mudó como
si hubieran mordido un limón demasiado ácido.
-¿Antepondrás la testarudez al bienestar
del prójimo? -Huub recuperó la dureza que tan bien conocía.
-Queríais que me
comprometiera y es lo que haré. Mañana ingreso en un convento. Yo elijo a quien
servir y obedecer.
Huub mal dobló el periódico y lo hizo a
un lado al tiempo que Godelieve dejó caer la camisa de entre sus dedos sobre
las rodillas.
-Si es una treta para eludir...
-Sobre tretas podríais dar lecciones pero no alcanzaría vuestra maestría... Es una decisión macerada
-interrumpí a Godelieve elevando la voz exasperada-. Ni me casaré con Niek ni
me someteré a su voluntad con vuestro beneplácito. En la fe -obvié decir
"en mis misma", suavizando el tono estratégicamente-
hallaré la paz de la que carezco y vosotros la tranquilidad de que mis pasos
serán correctos y no me desviaré del camino deseado.
-¿Estás segura de querer tomar los
votos? ¿No flaquearás en tu determinación? -inquirió Huub frustrado y medio
convencido.
-Es un propósito firme.
Huub y Godelieve se miraron serios. No
contaban con el giro que habían dado los acontecimientos, sin
embargo que ingresara en un convento equivalía a que la jerarquía monástica
tomara el control de mi vida por ellos.
-Si es lo que deseas...
-Fervientemente.
-¿Te casas? -A Siem y
Diantha se les congeló la expresión unos segundos. Asimilado lo que acababan de
oír, mi amiga de la infancia conjugó el verbo.
Estaban informados de la persistencia de
los Van Heley en que Niek formara parte de la familia de la manera que ellos
consideraban que debía hacerlo y de los tejemanejes para ocasionar un
acercamiento entre ambos. Lo primero que se les pasó por la cabeza es que
estaba cediendo a sus deseos, descartando otras opciones.
Aclaré sus dudas.
-No es el tipo de boda que pensáis, ni
con quien creéis -el alivio que percibí fue sincero. Como a mí, y aún no
conociendo al elegido personalmente, al menos en el caso de Siem, Niek les desagradaba. Cogí un puñado de arena y
empecé a pasármela de una mano a la otra. La suave textura me relajó-. Es una forma de decirlo. Lo que me rondaba por la
mente y que me ha mantenido distanciada de vosotros es la decisión que he
tomado. Llevo días sin encontrarle sentido a mi vida e incómoda conmigo misma.
Necesitaba aclararme y resolver lo que me pasaba... -solté la arena y me sacudí
las manos-. La próxima semana ingreso en un convento.
-Retirada espiritual temporal...
-adujo titubeante Siem convencido de que no sería así.
Me conocía hasta el punto de
saber que mis decisiones no eran producto de la precipitación, aunque podrían
ser equivocadas.
Negué con la cabeza.
-Elección de vida.
-¿Te vas a hacer monja? -Diantha cruzó
las piernas sobre la arena.
-Novicia de momento.
-Monja...
Una sor presa.
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