domingo, 23 de enero de 2022

45. La discusión



    De pronto vuelvo a verle al cabo del tiempo y me crecen alas y echo volar a ese lugar indeterminado donde residen los sueños. Fantaseo, me permito albergar una esperanza tan efímera como dolorosa, cuando su presencia se disipe y el peso de la soledad me aplaste. 
    En dos ocasiones anteriores había sentido lo mismo, la primera cuando asistí a la conferencia en la que Jenkin intervenía como ponente; la segunda en la habitación del hospital tras el atropello; la tercera en ese momento, y habría una cuarta vez, que llegaría años más tarde.
    
    La discusión con los Van Heley me había alterado del tal modo que salí de forma precipitada de su casa sin ser consciente del entorno que me rodeaba ni del suelo que pisaba.
    En la salita de estar, con la decepción cubriendo sus desgastadas facciones, los Van Heley exigieron que me disculpara con Niek por el desplante de la noche anterior, y me informaron de pretensiones de que me casara con él sin tener en cuenta mis sentimientos.
    -Nos ha dejado en evidencia delante de Niek con tu conducta desproporcionada y fuera de lugar -la retahíla de reproches y recriminaciones siempre eran iniciadas por Godelieve, a quien Huub concedía la palabra sin intervenir hasta considerarlo oportuno-. Confiamos en que dándote la libertad que te atribuiste sin consultarnos, discernirías lo que es apropiado de lo que debías desechar de tu vida, pero la flexibilidad ha contribuido a nutrir tu rebeldía y no toleraremos que eches a perder tu futuro por la inmadurez que muestras al tomar las decisiones transcedentales -necesitó beber agua del vaso que sostenía la mesita de al lado de la butaca que ocupaba-. Deberías sentirte afortunada de que un hombre de la posición y brillantez de Niek Van der Berg esté interesado en ti. Su nobleza y generosidad son ilimitadas. Te defendió argumentando que habías reaccionado de esa manea porque te puso nerviosa lo inesperado de la pedida, restándole hierro al asunto -se recompuso en el asiento-. Te disculparás y aceptarás la propuesta de matrimonio en la cena que vamos a ofrecer a su familia la próxima semana.
    -Nunca -la rabia me corroía pero debía mantenerme templada para lidiar con bestias-. Olvidáis con facilidad o no queréis recordar lo que afecta negativamente a vuestros intereses -los miré alternativamente hallando impiedad en ambos-. Niek intentó sobrepasarse conmigo en esta casa -señalé hacia la ventana que daba a la parte de atrás-, ahí fuera, en el jardín -tragué saliva-. Y su hermana me atropelló poniendo en riesgo mi vida.
    -Accidentalmente -primera intervención de Huub-. No hubo propósito de causarte ningún daño. 
    Sus palabras me escocieron como la sal sobre una herida abierta.    
    -Nada de lo que hace Heleentje es fortuito -rememoré retazos dolientes y amargos del pasado-. Me odia desde que estudiábamos en el St. Liselot. Inventó una falacia para que me expulsaran del colegio y lo hubiera conseguido si el informe médico no hubiera desvelado la verdad. Disteis más crédito al testimonio falso de una extraña que al de vuestra nieta.
    -Ese informe confirmó que el contacto físico no fue a mayores, en ningún caso que los encuentros no se produjeran. No te eximía de culpa. Incumpliste las normas del colegio y la dirección tuvo la deferencia de pasar el incidente por alto... -carraspeó- gesto que agradecimos con un sustancioso donativo.
    Una profunda tristeza me invadió. Enfrentarse a los Van Heley era golpearse una y otra vez contra un muro. Suspiré resignada. Agotada. 
    -Me marcho de Ámsterdam.
    -Te casarás con Niek -la firmeza de Godelieve me aterró-. Si no quieres que las malas decisiones afecten a los demás, harás lo que debes.
    Lanzar la piedra y esconder la mano era propio de la madre de mi padre.
    -¿Qué quieres decir?
    -Hemos sido extremadamente permisivos con tus amistades aún sabiendo que no eran las convenientes -la situación apestaba-. La inclinación del profesor de Almere podría ser mal interpretada por sus alumnos y crearle serios problemas. Perdería el trabajo y encontrar otro con un historial manchado por la sombra de la duda sería complicado. Su apacible vida se convertiría en un infierno solo porque TU no tomaste la decisión acertada. 
    La insinuación de Huub era aberrante. Los Van Heley eran repugnantes.
    -Me avergüenza que tengamos la misma sangre.
    -Modera tu lenguaje. Nos debes respecto.
    Godelieve bebió más agua del vaso, Huub movió las aletas de la nariz acompasadas.
    -Piensa bien lo que harás. De ti depende que personas a las que aprecias padezcan tus desaciertos. 
    Salí de la casa caminando deprisa para alejarme lo antes posible de ellos. El grado de manipulación de los Van Heley era aterrador. Había crecido con unos monstruos desalmados.
    Me detuve sin aliento cuando me cogió del brazo por la espalda. Me giré destrozada y hallé sus ojos claros cargados de desconcierto.
    Jenkin.

     

1 comentario:

  1. Cuando el rio suena... es que agua lleva y no me refiero unicamente a Cándida y Leonardo.+
    Ahí queda eso.

    Un beso.

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