sábado, 13 de noviembre de 2021

34. Ímpio


    No quería que ocurriera y no ocurrió. Niek se abalanzó sobre mí acorralándome entre su grotesco cuerpo y la pared de la fachada trasera de la casa de los Van Heley con el propósito de babearme con su repugnante y sedienta boca. En un auto reflejo defensivo encajé la rodilla en su entrepierna. Se dobló hacia delante con las manos puestas en el epicentro del dolor y los dientes apretados.
    La aniquilación que ejecutó con los ojos fue inmediata y me alcanzó con una sonrisa de satisfacción en el rostro.
    -¿Qué haces?
    -Delimitar territorios. Hay fronteras infranqueables.
    Así terminó la sugerencia de Huub durante la comida de que saliéramos al jardín a pasear mientras ellos se retiraban a descansar.

    No someterme a su voluntad ni dejarme avasallar me traería problemas. Los hermanos Van der Berg encajan mal las negativas, creyéndose seres superiores merecedores de la subordinación de los demás.
    La reacción de Godelieve al contarle que su admirado Niek se había tomado atribuciones que no le correspondían en un exceso de confianza mal entendida, fue suspirar sonoramente y pronunciarse con desdén. 
    -Si sus atribuciones te parecen inadecuadas debes preguntarte qué parte de responsabilidad tienes en ellas.
    Todo cuanto me pasaba desde que la niña huérfana tomó consciencia era consecuencia directa de mi torpeza, de mi falta de respeto hacia las cosas, de no prestar atención al entorno... Me habían cargado con tantas culpas a lo largo de los años que llegué a creer que era una botarate y que no alcanzaría la madurez suficiente para ser independiente. Me anularon completamente y me hicieron una persona débil de la que se sirvieron para manejarme a su antojo. No contaban que en Almere cambiaría todo. Podrían amedrentarme con amenazas, pero cada vez me daban menos miedo.
    -Por un infortunio mi rodilla ha golpeado su miembro viril -escogí deliberadamente términos que la escandalizaran. Enrojeció enrabietada-. No hay que temer por su descendencia hay métodos reproductivos eficaces... -suspiré indiferente -Compartimos las mismas responsabilidades -Godelieve tiró la madeja de lana que desenredaba contra el borde de la cesta de mimbre marrón que sostenía en el regazo con tal ímpetu que rebotó y cayó al suelo. Amagué una sonrisa que la enfureció más.- Me voy.
    -Te irás después de la cena, como es costumbre.
    No discutí con ella, no valía la pena. Tampoco acaté su sentencia.
    Salí disparada hacia mi habitación para guardar el escaso equipaje que llevaba para pasar el fin de semana y volví al salón para anunciarle mi marcha. 
    Oí gritar mi nombre varias veces mientras acortaba la distancia que me separaba del vestíbulo. Por la proximidad de su voz seguía mis pasos. No lo comprobé antes de cerrar la puerta.
    Aquella escena me resultaba familiar.
     

2 comentarios:

  1. ¡El Quijote!
    Probablemente el entrañable librero no use un orinal por sombrero, aunque los libros le vuelvan loco, en sentido figurado, por descontado.

    Un beso.

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  2. Alonso es excepcional. Lleva las letras
    en vena.

    Un beso.
    Sancha.

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